¿Cómo suena un eclipse?

Por Enrique Pérez Montero (IAA-CSIC)
16 Mayo, 2024

El pasado día 8 de abril de 2024 tuvo lugar uno de los acontecimientos astronómicos más espectaculares que puede vislumbrarse desde la superficie de nuestro planeta y que no requiere de unos recursos técnicos inalcanzables para ser disfrutado por una mayoría de la población. Se trata de un eclipse total de Sol, es decir, un acontecimiento por el que la Luna, nuestro satélite, se posiciona justo delante del Sol, nuestra estrella, ocultándolo completamente y provocando que se produzca una total oscuridad en mitad del día. Esto lo hace especialmente llamativo en contraste con los eclipses parciales o anulares, en los que la Luna no tapa por completo al Sol, dejando ver en parte la luz diurna. Los eclipses son relativamente frecuentes, con un promedio de uno cada 18 meses aproximadamente, aunque es mucho más lo que hay que esperar para que se repita en una misma posición del planeta. Por eso, cada vez que se producen atraen enormemente la atención de la gente y los medios de comunicación. Desgraciadamente, el eclipse del pasado mes de abril no pudo verse desde España o desde el resto de Europa, pero sí que lo pudieron disfrutar en una franja de Norteamérica, yendo desde el noroeste de México, entrando en Estados Unidos por Texas, y saliendo por el noreste, en la costa atlántica. El hecho de que pudiera verse desde este país multiplicó el eco mediático que este evento tuvo a nivel global, atrayendo a numerosos turistas y curiosos que quisieron ver en primera persona tan peculiar acontecimiento.

 

Aprovechando el viaje que nuestro compañero Álex Mendiolagoitia, astrónomo aficionado y gran divulgador, realizó a Estados Unidos para ver este eclipse, no pude resistir la tentación de hacerle una petición, con algo de alocado y mucho de inclusivo: grabar el sonido del eclipse para que las personas ciegas lo pudieran disfrutar. Por supuesto, somos conscientes de que los eclipses no suenan. La Luna bloquea la luz que nos llega del Sol, pero cualquier sonido que emita nuestra estrella, y sí que los emite porque se trata de una esfera de plasma en movimiento constante que genera ondas de presión, no puede llegar hasta nosotros atravesando el vacío del espacio.

 

Sí que es verdad, en cambio, que empiezan a proliferar las sonificaciones de la información luminosa que viene desde el Sol y que puede ser recogida por las numerosas sondas que vigilan nuestro astro para entender mejor lo que rige su aparentemente caprichosa y amenazante actividad, pero no es eso lo que puede recogerse con una simple grabadora de sonido desde la superficie de la Tierra. Por otro lado, ya se han puesto en marcha también otra serie de proyectos que consiguen convertir la luz del Sol en sonido, como el Lightsound probado ya con éxito en varios eclipses totales tanto en Norte como en Sudámerica, por lo que una clase semejante de dispositivo sería capaz perfectamente de dejar escuchar el momento en que la Luna bloquea la luz del Sol, permitiendo a las personas que no pueden verlo, escuchar cómo se altera el patrón luminoso del Sol. Por cierto, que tenemos en mente poner a disposición del colectivo de personas con discapacidad sensorial algo semejante para los eclipses totales que sí podrán verse desde nuestro país en los años 2026 y 2027. Ya iremos dando información sobre este proyecto.

 

Entonces, ¿qué pretendía yo con la petición de la grabación? Muy sencillo. El eclipse en sí no emite sonido, pero produce consecuencias en la superficie de la Tierra que sí se pueden escuchar. Sabemos que la disminución de la luz y, por tanto, de la temperatura, puede producir consecuencias en el comportamiento animal, así como la aparición de viento, como consecuencia de la diferencia de temperatura entre la zona sombreada, o umbra, y la que no lo está. Finalmente, tenemos la alteración del comportamiento en el ser vivo que más influye en su entorno y más lo exterioriza: el ser humano. Curiosamente, nadie presta atención a estos patrones alterados del sonido ambiental durante un eclipse, porque todo el mundo está mucho más pendiente de cómo entra la sombra de la Luna en el disco solar, tapándolo progresivamente hasta cubrirlo por completo y, tras un rato, y para alivio de todos los presentes que seguro que durante un rato han contenido la respiración ante la duda de que no sea así, empieza de nuevo a descubrir su luz.

 

Durante todo ese lapso, Álex dejó su grabadora sobre el capot de un coche aparcado a unos 60 metros del lugar donde un grupo de alrededor de medio centenar de aficionados disfrutaba del evento. El lugar es una granja de Arkansas, y la grabadora se situó junto a una valla, cerca de un árbol y unos arbustos, y junto a una pequeña laguna donde podían abrevar un grupo de vacas y había una bandada de gansos. Este es el resultado de su grabación. Un documento sonoro muy interesante que, principalmente, nos permite ponernos en situación a aquellos que no pudimos disfrutarlo en vivo y en directo y, sobre todo, a aquellos incapaces de verlo porque no pueden. Este audio nos lleva a poder escuchar el entusiasmo de la espera antes del eclipse, los gritos de júbilo de los asistentes durante el mismo, el ruido de los aviones de los que decidieron verlo desde el aire, el canto de los pájaros y el zumbido de los insectos, aparentemente ajenos al momento, el ruido del viento que nos recuerda que estamos al aire libre, el mugido de las vacas, algo nerviosas en algunos momentos, o la alteración de los gansos, quizá incómodos ante una oscuridad súbita que no esperaban.

 

Para mí ha sido toda una experiencia poder escucharlo y transportarme a un momento tan vibrante, por lo que me parecía interesante poder compartirlo. Aquí lo dejamos completo para que todo el mundo lo pueda disfrutar.

 

Enlace a documento sonoro

 

Compartimos aquí también el enlace a imágenes y datos tomados por Álex y sus compañeros durante el viaje a Estados Unidos para observar el eclipse. Un agradecimiento muy especial para todos ellos por compartirlo.